La ciudad de México se rige por un ordenamiento confuso, incompleto, inoperante e insuficiente para sus habitantes. Desde las reformas políticas aprobadas en 1993-1994 y 1996-1997, se dio un importante avance en el reconocimiento parcial de los derechos de los ciudadanos de la capital a elegir a su Jefe de Gobierno, sus delegados y a legisladores con funciones limitadas.
Sin embargo, aun quedan por resolver cuestiones fundamentales para que al Distrito Federal le sea reconocida su soberanía y capacidad de autodeterminación como a los demás estados. Falta por transitar para que las delegaciones tengan las atribuciones y soberanía de los municipios; la redacción de una Constitución política para la entidad, que garantice los derechos de sus ciudadanos y la forma de administración autónoma necesaria; la asignación de facultades plenas al órgano legislativo local, para que la asamblea legislativa pueda decidir sobre el techo de endeudamiento y otros temas que actualmente dependen del congreso de la unión; que el Jefe de Gobierno pase a ser un Gobernador, y sobre todo, la posibilidad de que los ciudadanos del DF podamos seamos considerados ciudadanos de un estado autónomo.
No hay mejor momento político y social para impulsar estas reformas. Los ciudadanos del DF hemos demostrado una y otra vez nuestra capacidad para organizarnos, nuestra actitud democrática e incluyente, pero sobre todo nuestro afán por llevar a nuestra amada ciudad al estado jurídico idóneo: UN ESTADO SOBERANO DE LA REPUBLICA MEXICANA.